Soy Sergio Alberto GAJARDO HIDALGO, 15 años, soltero, estudiante de enseñanza media. Yo quisiera entender la razón de lo que me sucedió ese 12 de septiembre de 1973. Salí de mi casa hacia Peñalolén, llevándole pan a mi hermana; nunca más me vieron. Mi madre me buscó recorriendo ese trayecto que yo hacía frecuentemente; vecinos le dijeron que un joven parecido a mí, con una bolsa, había sido detenido por una patrulla militar en el sector de Ramón Cruz con Américo Vespucio. Ella fue entonces al Estadio Nacional, donde una funcionaria de la Cruz Roja Internacional le dijo que yo necesitaba mi cédula de identidad. Mi madre la entregó en el Estadio pero nunca tuvo noticias mías. En realidad, yo estuve detenido hasta el 30 de octubre, cuando me ejecutaron junto a otras tres personas. Nos encontraron dentro del Canal San Carlos, entonces el Octavo Juzgado del Crimen de Santiago inició una investigación pero como no lograron identificarnos, nos enterraron como NN en el Patio Nº29 del Cementerio General y la causa fue sobreseída. Posteriormente, basándose en esta investigación, la Corte de Apelaciones dijo que nuestra muerte era un crimen pero que no había pruebas suficientes para acusar a nadie. Sin embargo, en 1991, otra investigación identificó uno de los restos como mío y por ser tres las personas que muriéramos de igual forma se presume que fue una ejecución colectiva, así el Consejo Superior de Justicia determinó que fui ejecutado al margen de todo proceso legal por agentes del Estado. Por fin, en 1994, hubo un certificado de defunción a mi nombre y mi familia pudo recibir mis restos.