El día 11 de septiembre de 1973, yo, Iván Miranda Sepúlveda, 28 años, casado, mecánico tornero, dirigente sindical, aproveché mis vacaciones para visitar a mis padres. Durante la mañana nos enteramos del Golpe Militar y como a las 10, me fui pero sin decirles dónde. El 16 de septiembre, llamé a mis padres y les dije que estaba bien y sin novedades, sin indicar mi paradero. Desde entonces, nunca más volvieron a saber de mí. Es tan triste no haber podido despedirme de ellos ni de mi señora. Me buscaron intensamente: visitaron postas, hospitales, el Instituto Médico Legal, comisarías, y revisaron todas las listas de detenidos que proporcionaba el Gobierno Militar, sin obtener resultados. Yo tenía simpatías por el gobierno de Allende e ideas de izquierda pero no militaba en ningún partido. Fue porque yo tenía un cargo en la dirección sindical que mis familiares pensaron que debía haber sido detenido y seguramente asesinado por militares. Por eso presentaron mi caso a la Comisión que concluyó que mi desaparición se debió a circunstancias políticas, lo que es una violación a los derechos humanos.