Siento que la vida ha pasado demasiado rápido, miro atrás y veo tantas caras que ya no están, caras que me acompañaron cuando yo vivía y luchaba por un Chile mejor. Estudié Trabajo Social y al titularme, fui profesor en la escuela de Trabajo Social de la Universidad de Chile, Campus Temuco. Siendo una ciudad relativamente pequeña, no era un secreto mi militancia política y por eso, después del golpe fui arrestado con otros compañeros. Tuve suerte, evité la muerte en más de una ocasión y mi tiempo de detención fue también tiempo de aprender a conocer lo mejor y lo peor del ser humano. Si salí vivo de Tejas Verdes fue porque estaba en la misma celda con un pastor sueco que fue liberado gracias a la presión diplomática de su país y se negó a salir si yo no era liberado con él. Fue así como pude juntarme con mi compañera en Buenos Aires. Estando ahí, fui detenido luego del golpe de estado en Argentina, estuve una semana desaparecido y al salir, la Cruz Roja nos tomó, a mí y a mi familia, para traernos a Calgary, en 1976, donde empezamos otra vida, en la que el estudio, los amigos y la música han servido para reconstruir un mundo casi feliz, pero donde la memoria de lo vivido sigue presente.