Me sigue doliendo haber sido yo el de la idea de venirnos a estudiar a Santiago. Me llamo Ramiro González y nací en Arica, pero de padres bolivianos. Tal vez por eso quise estudiar acá. Me vine en marzo del 73, con mi primo Enrique Saavedra. Él se inscribió en medicina y yo en economía. Vivíamos en el hotel Sao Paulo y nuestra vida era bien tranquila, ninguno estaba metido en política y teníamos pocos conocidos. Para el golpe, estuvimos cuatro días encerrados en el hotel. El día 15, pensamos que necesitábamos estirar las piernas al menos, y salimos juntos a comprar algo para comer. Desde ese momento se perdió nuestra pista. Rápidamente, nuestros familiares viajaron a Chile a buscarnos y supieron por testigos que habíamos estado en el Estadio Nacional y más tarde en un centro de detención en San Felipe, pero sus gestiones no sirvieron de nada. Con esas pocas informaciones la Comisión Rettig pudo determinar que nuestra muerte fue de responsabilidad de agentes estatales con violación de nuestros derechos humanos, considerando que fuimos detenidos, que estuvimos en recintos de reclusión y que desde esa época no hay información sobre nuestro paradero. Es ese el recuerdo que seguirá para siempre grabado en la vida de nuestros familiares.