Soy Luis Alfredo Rojas González. El día 14 de septiembre de 1973, supimos que ya el comercio iba a estar abierto y que se podía circular por las calles. Por eso salí de mi casa en la Población El Pinar, para hacer unas compras que eran necesarias. Pero nunca regresé con ellas. Nunca supe tampoco por qué de pronto fuera yo alguien peligroso. Soy un obrero, nunca me metí en política, pero no se puede razonar con esta gente y por eso, a los 36 años, se terminó mi historia. Por suerte, al menos la Comisión Rettig me ha considerado como otra víctima de la violencia política que se vivía en esos momentos. Sin eso, nadie sabría de mi existencia.